Osadía el acto de envolver regalos
por los tendederos de la existencia.
Canto, atropellada la dicha,
todas estas canciones de la psicodelia
argentina y sus alfajores y la misa dominical.
Los arrecifes de libros en las tiendas de San Telmo
los croquis de fiestas alocadas
los paseos por la Recoleta
eso que es una imagen gris y diluida:
un día hablamos y creímos ser amigos,
pero no sabíamos que a cambio de nadie
estábamos haciendo una costra almidonada:
la costra es nuestra olvidada sirena porteña.
El viaje, largo, a DF. Coyoacán. No sabía
que era factible asirse a los polvorientos cantos,
pero es osado envolver regalos cada navidad.
Dicen que existe un conocimiento popular
digo que los ácidos del vinagre van bien
con betabeles y lechuga romana. A cambio
el vuelo y el jet lag y el aroma aún del bife
en la parrilla de San Telmo, las mujeres,
los carniceros y esos taxis negros y amarillos.
Recuerdo de Puebla de los Ángeles, fastidio
eclipsada la tostada de pata de marrano en el mercado.
Sonámbulo es quien cocina longaniza por si a acaso.
Pero en el recinto barrial el líder sindicalista: charrismo
no sé, imagen de los anarquistas de la década de los 20.
Siglo XX. Tentáculo que eyacula palabras: aneurisma política.
Porción de estigma esa cruda ventana abierta por la tarde
con el atardecer a cuestas y los lingotes en el banco
todos tostados de oro y maciza precisión kilogramática.
Esos tangos de Gardel son también los torrentes
de mis abuelos y mi pasado. No sé por qué
pero la globalización ya existía, todo eso fragmento
e imán, por ello no dejo de creer que el triángulo
lo completa La Habana, no sé, a cambio
envolver regalos en navidad y en el cumpleaños
tremebunda osadía, quién sabe, ¿es hora de salir
del bar porque la chica que me corteja
quiere sexo desenfrenado, es eso?
Porte pagado, envío de paquetería. No sé. Alfonso Reyes
eso es un tropel de enemigos literarios.
Cinturones de polvo y de pobreza, el cine, eso mudo.
Imágenes que no promulgan el instante. Caireles de diva
del cine de oro mexicano. Hollywood, el mismo trauma,
todos los días son buenos para increpar a la osadía
de envolver un regalo. Por la rendija en la calle es de día.
Aquí es la noche la que incita, ¿qué incita? No sé, ¿pregunto?
Palabrería que no llega a verso ni versificación.
Esplendoroso tazón con espárragos humeantes en la cena diplomática.
Torcidos los tobillos de tanto baile. Acaso es eso.
Esto que es un eco de nadie es nada, nado. En esa piscina,
escribí la comisura de nuestros besos, pero es tarde.
Te has ido ya, vete, no sé, Alfonso Reyes y los enemigos
literarios, intelectuales, ¿amigos? ¿dónde? Paraíso no, Paradiso.
En fin, triángulo hispanoamericano. El foot ball también existía.
Contra bajo de Pérez Prado. Mambo. Por esa psicodelia argentina.
Tango feroz, tango, tango, bife de chorizo, entraña, mollejas.
Papeles periódicos inútiles en la ventana.
La colección completa de Bob Dylan es una reminiscencia.
Tostada de pata de marrano en Coyoacán. Falso protagonismo.
Aquí, ahora, envolver un regalo, no interesa el ahumado del salmón.
Ya olvidé que es tarde para ser alguien en este mundo.
Categories: Rómulo Pardo Urías escribe