Pasaje de un rostro a un mutismo
corazón desvencijado como huracán
marchita la luz de la boca, los claveles
del silencio: esfera de los segundos aciagos,
la conquista del dolor, la sabia de la vida; gozar
los acertijos del destino, que no existe ¿por qué?
Dentada seguridad la cicatriz
amarga colmena, cansancio como costra,
en fin, tedio, al fin, galope de la sombra,
esquirla de placer, totalisa y orgasmo, finitud.
Anciana la espera convierte los atisbos nuestros,
que son nuestros alientos entreverados,
en juguetes posteriores al infinito amatorio.
Amalgama la lontananza de tu pelo con mi dedo
al final todo ilumina, pero eso no atenúa los infiernos,
vivida la sentencia de Séneca, ley es no pena morir.
Todos las arqueologías del sin sentido devienen
un tú que compagina con el espejo del corazón.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe