Mucha nostalgia acumulaba
de las cadencias extintas
cantos y axiomas
verdades que no entiendo
como la concha de las ostras
o el ocaso en Bangladesh.
Pero rumio los años con mustiedad
aún con la torcedura del viento
en mis cabellos y los sabores del ajo quemado
en el aceite antes de poner la carne marinada.
Quietud,
ese intervalo,
azul la tos,
pero el magma del alma
corriendo
corriente flujo y meta.
Cantinela por los niños huérfanos
es más, una noticia de alegría inusual
el asado argentino y los bikinis en Florianopolis.
Estridencia mejor, mejor grasa de frustración,
quemadura la cima del silencio, ostiones ahumados
pero sin vino tinto ni vino blanco,
sin venir o ir, sin cansancio, escuchar
entonces el tedio de la melancolía
el tendón arqueado de la inocencia
rotura y banca rota de la explotación:
margen de los atisbos oscuros del queso azul,
pero también existir con bocanadas y quizá
eso sí, sin el freno acentuado de la moral victoriana.
Trepidante corruptela ¿es mucho pedir?
Como riscos que devienen terremoto
cinturón de estrellas que no sea Orión
quizá también el éxito de no beber champagne
o mejor aún desquitarse sonriendo
como rompecabezas incompleto
mutilado
fastidio de la masa de maíz que no está cocida
pero qué bien sabe bailar salsa en San Juan.
Noticia de una existencia, este año, furtivo, fallido,
adios adios, amorcito fugaz, truco de sabor caramelo
leche quemada, es más, no invito la cena
cenemos un vacío por las muertes de toda la historia.
Acuchillo finalmente el lazo del vestigio
que soy al vomitar mis ramplonas intenciones,
extravio en el laberinto, no de Borges, sino de Paz.
Escucha, llega otro momento, otro segundo, otro
rito que marca el mito de los años pasados.
Ansia de saber que nada deja la página en blanco
nada más que un tibio titilar de humo y cafeína,
sueño de un margen que sucumbe a su reglamentación
obsoleta de racionalistas frustraciones, congelada,
es mucho el hielo que surca el polo de mi inconsciencia.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe