Si la tristeza escribe
los suspiros leen.
El maremagmum del silencio
oscurece las ramas torceduras
del alma, pero ¿acaso la visión,
utopía y lucha, es un eco tardío?
Los ancestros imitaron a otros
igual que nosotros somos imitaciones.
Encima del libro de la eternidad
la lancha del saber naufraga constante.
Todas las mañanas caen trozos de cielo al mundo
y las cicatrices del amor perduran, con su aroma
raquítico de tientos y manoseos, porque una noche
las gélidas instancias de la memoria
encorvaron sus sienes a la cúspide eterea.
Enigma estribo y salto la malla incauta
¿por qué el ciego vive el color de una forma
que el tuerto no puede vislumbrar? Toda caza
es una estupefacta sombra de deseo… y nos vamos
cayendo entre otoños y canciones y melodramas.
Dejamos en cinta a la soledad
cada vez que pasamos por la fotografía infantil
donde reposa nuestra inocencia rota,
quebrada, enmudecida, tibia y añorada.
Decir adiós es un acto de rotunda complicidad.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe