Al frente de un ejército ignoto
farsa y símbolo estrecho quebranto
sumerge el antídoto del flagelo
mentalizado como verbo, seña y mutis
devenir intransitable, sonoro, escurridizo.
Peldaños que son libros, documentos
que son años, martilleo generacional
la tinta escurrida, el plácido árbol
del conocimiento, manantial y conquista,
látigo y fulgor llamado pensamiento.
Ungido trayecto de nombres y vocablos
como haz de luz, empolvado, materia
y forma, simbiosis de estructuras, lacónica
espacialidad de una esfera ambigua: rincón
que de los turbios axiomas consagra sus niveles.
Pulcra el alba retuerce los protocolos de
la eternidad errante, lampiña orquesta
trastocando la música celeste en nubarrones
de sentido. Porque se crispa la estrella del ingenio
contra el chispeante maremoto verbal, igual
que el futuro, nombre y destierro, compone
la sinfonía deísta de la incredulidad -igual
que un verano caluroso y una cosecha perdida-
nombrada espejo gris y turbulencia precisa.
Si rima un eco es una cloaca mental
igual que los reflejos encriptados del porvenir,
azulejos del alma, cerillas de recuerdos, hoguera
pasión que surca los abismos del terremoto de vivir.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe