Siempre el mismo tedio,
languidecer el segundo,
escrito en sílabas rotas.
Tónica inservible, el mismo
siempre, cada minuto, la
tortura, galope de ideas,
fiebre de rezago erótico, mantra
caduco el sino electromagnético:
cardíaca rémora estridente el baile
de los pétalos y hojas columpiadas
contra el frágil deambular de líneas amarillas.
Es más siempre, lo mismo, que nunca
lo divergente, lo diverso, lo múltiple.
Multiplico entonces los monolitos
porque entre las carnes del dolor
y los dedos de la alegría hay cómplices
atenidos, oscuridad luminosa, eso siempre
que del rescoldo invade la lozanía del cuerpo.
Adiós, adiós, adiós, siempre, siempre, adiós.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe