Esa razón que tienes
esmaltada, indecisa,
es un trono de silencio,
una valija a tu indiferencia,
que te hace saltar, poco,
a tiempo siempre del café.
Esperas un tronar de significados
pero mantienes empolvados
los estantes de la imaginación,
¿por qué amasas los sentidos
inversos del mal? Nadie escuchó
la figura de tus sentimientos
y te volviste un abrir de cúpulas
hambrientas de luz y carbón.
Si desde el origen de la eternidad
contra atacaste los efímeros galopes
de letras y discursos, no desististe
de nombrar una totalidad quebrada,
mitad voz y mitad boca, para que luego
de la caminata, donde marcharon los
silabarios más antiguos, recogieras
las piezas de tu rompecabezas
y levantaras tu alma al cielo, con
la zozobra del conocimiento y de los astros.
Encima de tu cuerpo, que es también
escritura con mutismo y realidad,
el ocaso del silencio fabrica una desembocadura
fértil y plena, donde conquistas el aliento
de un lenguaje radiante y luminoso, mitad
éxtasis mitad zona de franqueza, y te asumes
viento y remolino de obras, experiencias
y señales, afrontando el temor del ser,
de la existencia los maremotos y significados.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe
Buenísimo!
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que bueno que comentas y visitas, gracias
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