Acorde al sonido
los actos,
las conquistas
de lejanos tiempos,
hazañas todas, escrituras.
Soledades increpan
muros de viejos nombres,
cansados vestigios de orfandad,
como si eso, mitad realidad
mitad imaginación, escupiera
formas de fuego, y luz, y silencio,
y tenuidad, y ardor de veranos
donde corrían las sonrisas.
Espacio torrente, el arrebol
del tiempo, de la caída del
conocer, del sabio epitafio
—certero achaque biográfico—
contra la hostilidad del orden
como reloj en 1576 marcando
el hacer la vida una cúpula
de hombres y letras y textos.
El bufón, que es el hostigamiento
por falta de ideas, mantiene
un pliego de papiro, rotulado
real, con los ápices mismos
del sentido inverso de una orden:
acomodo entonces de imágenes,
sonoridad, atemperanza, soplo
monárquico, esferas de significados,
toda urdimbre de autores y personajes.
Letalidad la marca, el signo, la vocalidad
del trasiego imantado del verbo, soplo,
acaso nota a píe de página, del desmantelado
acto de un diálogo con los eternos
fulgores de la figuración: contra pelo
de la gramática que impuso el hábito
de quebrar las lenguas, de surcar los lindes
del tedio inmaculado de los espíritus.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe