Hacemos un cucurucho
nuestra memoria
porque incendiamos
infancias, almas y quebrantos.
Desde el rincón y pocilga
del nombre, atisbamos silencio,
otredades, famélicas discusiones,
contaminando siempre
el verde aliento
con la fibra rasposa
de la razón. Y mentimos.
Cada vez inmersos
en azarosas ramas
olvidamos las caricias,
los sábados en la tarde
y el tierno remanso de un sofá,
nos adentramos,
como pordioseros en la calle,
en una turbulencia
mitad lápida de imágenes
mitad faz destruida del presente.
Caemos siempre dentro
la senda del equívoco,
erramos los cariños y mimos,
dedicamos horas a la infamia del ego,
como migración de patos
nos vamos a pasar el invierno
a un cuerpo menos hostil que el nuestro.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe