Asir los mecanismos
de ciudades y fotografías
es como aguardar
el signo del otoño
en las comisuras de una boca
amada. Torcer los decibeles
del presente, fulminar
letras cardíacas del ojo,
retozar universalmente
como atisbo de estrellas en lluvia.
Esgrimir los peldaños
de la escalinata prófuga
que lleva la cobija del silencio,
no es acariciar la loma
bermellón y nocturna
del tránsito que es fuego.
Como perdida la chanza
del laberinto indómito,
indomables edificios de arena
mental embelesan los oídos
con trinos fabricados a destiempo.
Rama fratricida la marcha
a los lindes del perdón,
péndulo del conocimiento
este funeral del instante embalsamado.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe