Tronamos el presente
igual que escupimos
rostros a la esencia
del abismo poético.
Sueños nos endulzan
el tren amargo del ser
porque en la cima,
que es el aturdimiento,
florecen los verbos derrotados.
Desfiguramos caricias
con la manopla oxidada
del desprecio a nosotros mismos,
porque fuimos un manantial de dicha
cuando en el fondo se nutría
nuestra desazón por vivir en el pecado.
Fluye dentro del silencio
el magma estéril que corrompe
juventudes: capitalismo siempre
desde hace siglos, la vocal tensa
del decurso humano, falacias.
Dios vino al mundo para decirnos
ustedes no merecen la justicia de los cielos.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe