Podría dejar de recordar
si tu ausencia no fuera
el recuerdo de nuestro baile.
Bailé como nadie. Perdí.
Llevo quince años con eso
dentro.
Enloquecí y ni me atrevo
a pedir perdón
a los hombres.
No importa si entregas el alma
ni interesa al mundo del silencio
la dimensión de un ser que se desvencija.
Perder los años compone
una oscilación de lo que no fue.
Tú, para mí, por ejemplo.
Y me delata sentir culpa y vergüenza
como quedar fuera del tiempo.
No importa si entregas tu alma.
La vida es dura y no importa.
Siempre hay alguien
detrás de lo mejor
y hay alguien pertrechado en los rincones
del olvido quebrado que somos tú y yo
bailando hace 15 primaveras.
Debía ser distinto el camino,
el andar, el trayecto.
La escena cambia
pero no el personaje.
Soy todo un árbol podrido
de envidia y rencor
siempre así
golpeado
por un impacto inexistente.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe