Esa melosa sentencia,
crucifixión nombrar
escondites inperiosos,
melodía es, tiento es,
soplo, quizá llanto,
no la raza o el designio
—humanos— sino
el precipitar los ácidos
años del spleen –agua—.
Vaporizar el verbo, retorcer
la metáfora, seña y abismo,
truco, mas infeliz, ritmo,
cansancio de generaciones
corruptela y maña: balada
de las mañas torcidas en TV.
Angustiamos, como esfinter
conteniendo, el transitar
segundos y meses, públicos
esperamos, siempre, aquí,
donde versos conjugan
esperpentos —Dios nos incumbe
desde el principio de la luz—.
Ahí están nuestros cadáveres:
versos, metros,
atardeceres, melomanías,
tradiciones, como rosas y tulipanes
en los Países Bajos, siempre,
ganando un poco de terreno al mar
de la barbarie estrecha del sentido.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe