Hay escondites ciertos
como torrentes de luz
amalgamados, sueltos.
En la escarpada vida
soñamos y creemos
enmarcar el diario hacer
en la escarcha de la memoria.
Imanes de amores y cuerpos
nos dictan formas y retoños
en el andar que nos cifra.
Personas y momentos
escriben así torbellinos
de imágenes y entonces
cuando caemos en el recordar
fabricamos los límites
de un eco eterno y desvencijado.
En la plenitud de las sombras
partimos el compás del sol
en los tiempos abiertos
que doblegan nuestra inquieta
mirada a un horizonte continente
de las frágiles mareas de la existencia.
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