Sí, estaba dicho
en el alma
la codicia de los lenguajes
estaba
a contra pelo
de los cuerpos
amándose. Estaba
como extintor caduco,
peligro, éramos también
la luna decreciente y las flores
contra versos esperanzadores
a mitad de las guerras mundiales.
Fue la sentencia, máscara generacional,
un impacto, una saliente, agujero
principio enquistado: concha nacar
para el hongo del píe de los archivos
perdidos en la territorialidad sin pudor.
Adiós, fuimos tampoco esta porción
adherida al solpar de las canas.
Todavía faltará un eco retorcido
como imaginación infernal
¿qué Dios espanta con su alfabeto
las indemnes columnas del saber?
Sabores indagamos con la vista
pero otra cosa es ansiar
el matorral de recuerdos.
Pobres de nosotros.
Tu advertencia es totalmente verosímil.
Categorías:Rómulo Pardo Urías escribe