Los tiempos
que son roedores
del hombre
esculpieron
saltos adentro
del alma natural.
Los hombres
que son imágenes
materiales
contaron sus relatos
de la insigne
frustración de no volar.
Volantes vacuidades
indulgentes
promovieron el instinto
de acumular.
Acumulamos
las letras prófugas
del cantar, los signos
turbios de lo pasado.
Ancla de lenguaje,
origen abyecto
la sangre y el semén,
un ápice de cansancio.
Canzar el árbol
genealógico
es también
la pose
misma del día
en que nacimos.
Torpeza
del torpedear
rincones inocentes
así asa, so del tronar
la cacería
siempre condujo
a un trozo
de papel anterior.