Si mi palabra invoca
de la quietud las masas
mi corazón extingue
de los silencios la muerte
porque rendija soy
de falsedades íncubo
como de trueno estrujar
el viento. Si acaso mato
por esparcirme en el lenguaje
muere cierta la palabra
que del vientre de mi vista
energúmena transcribe
fosas de verbos comunes
como piedras en el río.
Siempre ocaso
soy una saeta torpe:
la de una voz desvencijada.

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