
Locura indemne eres, somos,
contra el espejo fuimos
mitades y quebranto.
Anidamos descarnados
el insuflado instante
de la condena: espolón de cicatriz
el tiempo, nadie, ninguna vez
podría precipitar
las voces al risco de la eternidad.
Locura, farsa de un soplo
llamado existir, nosotros, siempre
ese ajetreo de ciudades baladíes.
Circunstancia de imaginarios
torcidos en el vendaval del mutismo.
Si en el espasmo del lenguaje
nos constriñe el asombro
pérdida de una tropa de misterios
nos envuelve, cálida, tenue, absoluta.
Un callejón de emociones
esparce la desembocadura
de luces y añoranzas, como arrecife
eléctrico donde habitan
los sueños extraviados entre pájaros de fuego.
Antídoto de la poltrona
este andamio del ser y la existencia.
Veneno de generaciones esporádicas
contra el torrente sonoro
de la disforme marea, depósito
de fragilidades en el arco
luminoso del huir.
Las costas huidizas de los años
como imán de recuerdos, acaso miedo
la lucha de átomos amorosos, la estupefacción
de las manos embalsamadas entre el verdor
del follaje, la languidez de la humedad
que nos invita al exilio.