
Arremete contra el espejo
la lánguida fragilidad
de instantes
y nuestra voz sucumbe
a la tormenta de sentido.
Embalamos nuestros sentimientos
en la cima de las acciones
porque al final del ruido
escondemos matices
de otras vidas… y nos queda apretada
la circunstancia del ser.
Extinguimos la caricia dada
y el amor
como nos extingue la tristeza y la soledad
aunque en los días encontramos luces
y en las noches sueños. A veces pesadillas
nos definen y otras somos temporadas
en una escisión de sentimientos.
Pero cada vez que encumbramos
nuestra alfabética cuesta
nos repele el manto oscuro
de las fauces del silencio
y nos quedamos absortos
como mirando a Dios cara a cara
porque el fin de nuestros pasos
no existe ahora. Somos más prófugos
de los instantes que de las personas
aun cuando la vida pasa y pasamos
en otras vidas todo el tiempo.