Aquí pasa el silencio sus horas más inocentes, pasa el ruido sus segundos más fríos. Pasa todo lo que se puede emitir como conducta compartida.
Al fina solo espumea la vida, suelta la rienda de los rincones en las actitudes que construyen mundos.
Podemos extraviarnos sinceramente, podemos ser incautos, podemos ser inocentes ¿aún? De ninguna manera estamos condenados a orientar nuestras miradas al compositivo destino. Si estamos aquí nada nos asegura estar lejos o cerca de algo o alguien, porque tenemos piel, tenemos olfato, tenemos gusto y vista, porque pensamos. Existimos y expresamos nuestra existencia, somos imanes de seres y objetos, de vibraciones y recuerdos. Nuestros eventos y hechos nos indican la indagación personal, la colectiva es un diálogo inacabado, incesante, fortuito y sereno. Algo se esconde en nosotros como capítulo final, algo decimos y dejamos al nombrar las fases por las que transita nuestra escucha. Estamos así en esta mundo, en esta condensación de expresiones fugitivas.
