
Lancé al vacío de la luz mi boca
y encendí un camino solitario y turbio.
Hace años que abandonamos
la silueta humilde y simple
por el elaborado complejo de ser alguien
en el mundo. Caí a unas fauces firmes y flamantes
donde no es posible ver una salida
al horizonte de la oscuridad.
Y esta voz esculpe los rincones
donde nadie puede ser feliz y sanar
las culpas y los pecados que el universo
no convoca. Este rostro tibio y aun radiante
no puede escapar de los arenales
y fangos del silencio en el que un día sin ti
me han embaucado. Porque no te olvidé
ni te dejé de ver como un arcoíris.
En cambio el milenio que nos aplasta
me sacude de la poltrona infinita
que deriva de los tintineos estelares
porque en el fondo no hay consuelo,
no hay medicina, no hay forma
de escapar al largo camino del dolor.