Deseo plasmar un simple ejercicio gramatical y sintáctico en la asunción de una red semántica —a partir del sufijo -ura— en el cual convergen las expresiones mencionadas. La red semántica del sufijo es solo un indicio lingüístico, que en un análisis morfológico debería abarcar las raíces de cada una de los términos en cuestión. Recurro entonces a una comparativa lexicográfica desde las posibilidades internéticas y el uso de la información abierta en la red al respecto.
En primera instancia habría que identificar las definiciones lexicográficas más recientes de ‘escritura’, ‘literatura’ y ‘cultura’ en vías de efectuar un análisis conceptual. Al tiempo, precisa reconocer distintos terrenos disciplinares en el quehacer, objeto y expresividad de cada uno de los productos referenciales de estos conceptos. En el caso de ‘literatura’ nos enfrentamos, bajo una episteme aún de la modernidad, con el estilo y las “bellas letras”, con la poesía, con las novelas y el uso estilizado verbal, es decir, como nos define el Diccionario en línea de la Real Academia Española el término, con el arte verbal. Disciplinarmente nos encontramos frente a los recursos del lenguaje, la retórica, la poética, la dialéctica, el conocimiento de los tropos y figuras retóricas, los tópicos comunes, al tiempo que frente a la producción de elaboraciones ficcionales, verosímiles o, al menos, desde una intencionalidad —en la episteme de la modernidad— que difiere de los referentes realistas de otras disciplinas respecto a la literaria, como sería la historia, la sociología o la filosofía. La literatura como disciplina se vió también involucrada en el cientificismo epistémico del siglo XX, aunque su identificación con la tradición humanista rompe el hecho de sus nexos con la práctica y le discurso científico, aunque no lo hace, por ejemplo, desde el planteamiento de las ciencias del espíritu de Dilthey. Otra de las disciplinas que salen a relucir con nuestros conceptos es el de la antropología, discutidora, reflexiva y definitoria del concepto de ‘cultura’. No es sólo la definición de la antigüedad clásica de ‘cultura’ en su relación con el cultivo agrícola o los cuidados para que una planta prospere, sino también en términos de la paideia es decir la educación civil privada y pública de las polis griegas y su relación con la areté o el arte, que en su función social permite el desarrollo de las capacidades sociales de los individuos para la vida política. Es distinta de la teckhné en la medida de su aproximación a la praxis y el desenvolvimiento de saberes y conocimientos. En esto sigo los pasos de Josep Picó y su elaboración de la reflexión de la cultura, que por ejemplo en el siglo XX va a trascender el terreno de la etnología, la antropología y la sociología, para internarse en el campo del psicoanálisis, la psicología conducta y experimental, la filosofía y, particularmente hacia fines de siglo, en la historia frente a la crisis explicativa marxista y el giro lingüístico. ¿Dónde queda entonces la ‘escritura’? Veamos detenidamente.
El sufijo -ura
La sufijación de los conceptos a los que nos referimos nos permite asumir, por ejemplo, una herencia latina, pero también griega, de estos conceptos. Sigo la tabla de una página web etimologías de chile, donde se puede encontrar que el sufijo -ura significa “resultado”. Pensando entonces en las raíces de estas palabras, de estos términos, tendríamos un análisis comparativo que remitiría a estos elementos: cult- litera-, escri-. La palabra cultura es de origen latino. Refiere a saberes, conocimientos, agrupados entre sí, que crean un juicio crítico, según el DLE de la RAE. Pero también son costumbres, grado de desarrollo artístico, civilizatorio, industrial, social, científico, entre otros, en una época definida o en un contexto social o grupal también establecido. Con lo escrito ocurre que tenemos una dimensión de análisis multidisciplinaria, multifocal, pues lo escrito además de ser un fenómeno lingüístico es un fenómeno urbano, social, de acumulación de la disposición de la memoria y registro. Se trata según el DLE de la RAE de un sistema de signos y proviene del latín scriptura. Hay más que una simple definición de un sistema codificado de signos gráficos, nos diría Cardona, pues existen distintos tipos de escritura como la pictogramática, logogramática, ideográfica, silábica, alfabética, epigramática, entre otras. en esa medida ¿qué disciplina atañe el estudio de lo escrito? La hermenéutica, ni más ni menos. De esa forma la trilogía disciplinar se amalgama: literatura —disciplina y expresiones verbales estéticas y ficcionales, verosímiles y estilizadas que construyen un contrato de verosimilitud con el lector, cultura —conocimientos, costumbres y saberes, bajo su definición desde la ciencia antropológica— y escritura —textualidad de signos gráficos en un código comunicativo perdurable y reiterativo, fácilmente reproducible en términos fonéticos y que, en el caso alfabético del cual ahora hacemos uso, representa el hecho de que las palabras sean cosas, descomponibles en unidades menores y analizables a su vez en sus propios términos, además de su relación con la disciplina hermenéutica—. La raíz del término ‘literatura’ remite al letra, la de ‘cultura’ al cultivo, la de ‘escritura’ a escribir, donde el sufijo -ura indica resultado. De ahí que según este incipiente y no formal análisis la cultura sea el resultado del cultivo, la literatura el resultado de las letras y la escritura el resultado de lo escrito.
Pero la escritura y la literatura se confunden en sus usos, formulaciones y concreciones humanas, al representar elementos culturales que modifican el lenguaje oral y lo estilizan —retóricamente, simbólicamente, estéticamente— aunque, como nos diría Ong, no exista la posibilidad de construir un arte retórica como el de Aristóteles en los sistemas comunicativos orales. De ahí entonces, también, que el resultado de las letras en lo literario remita, en este caso, al alfabeto, conscientemente, mientras que en el caso de la escritura remita a la producción material. No es entonces gratuito que Platón descartara la escritura como entorpecedora de la memoria, pero, ¿acaso no es la función mnemotetica, de la memoria, la que se acumula con el registro escrito? Y esto remite también al computo, almacenamiento, intercambio mercantil y otras formas de la ciudad antigua. Entonces ¿qué nos corresponde concluir con esta reflexión?
Literatura, antropología y hermenéutica: tres disciplinas en el estudio de tres conceptos ‘literatura’, ‘cultural’ y ‘escritura’, lo que nos coloca en el escenario rotundo de lo humano y la construcción de sus discursos perdurables. Por consiguiente, cabría dimensionar, más allá del habitus postmoderno el hecho de una herencia que se remonta a los primeros alfabetos, como el sumerio de 3500 a. de C., con el desarrollo cronológico de otras formas alfabéticas como el alfabeto hebreo, el alfabeto griego, el alfabeto lineal B, el alfabeto latino, entre otros. Y esto nos lleva al proceso mediante el cual el alfabeto latino se romanceó para transformarse en alfabetos nacionales: español, italiano, francés, portugués, catalán, entre otros. Pero también, por ejemplo, nos conduce a la reflexión de las construcciones históricas de la lengua escrita, o lo que se entiende por grafolecto, en tanto se trata de lenguas escritas nacionales. De ahí entonces que la relación disciplinar antropología, literatura y hermenéutica, nos permita comprender una compleja trama en el universo textual de las tradiciones occidentales, como parte de una reflexión que no puede restringirse simplemente a un cuadro diacrónico completo, sino que debe delimitarse sincrónica y diacrónicamente, en un espacio y temporalidad definida. No obstante, ¿por qué existen tantas controversias disciplinares entre antropólogos, literatos y hermeneutas? Punto para una nueva reflexión próximamente.