Contrasentido el viento que arropa
lánguidas cruces de recuerdos.
Contrapelo la señal de miedo
entre trémulos espasmos eróticos.
La complexión del alma atisba
senderos quebradizos en silencios
torpes como silueta de sombra
a mitad del día, en una siembra
solar errática. Sopla el destino
un cansancio de marfil, una oda sopla
cuando existe grisura tejida como sueño.
La cicatriz recide en el lápiz emotivo
roncando la fiebre despistada
contra toda quietud, si sombra
aparición, si rueda camino, si axioma
vertebración dentro cúspides interiores.
Laguna de imágenes el resquicio consciente
que derrota saltos al destino.
Que de la noche absortos
las luces amamos porque la salpicadura
indemnizó años y territorios.
Pocilga contra tientos la marea asidua
al vendaval multiplicado que es herraje
del conquistar la faz de los olvidos.
Contrasentido el imán derruido desde el aire
en soplidos, elegías, monstruos y sonidos.
Carrousel ideológico trenzando bocas
derretidas ante el emblema y el signo.
Lúgubre voz, tiniebla radiante
en el esfínter radioactivo del ser:
ningún festejo acróbata desdice
locuaces fantasías o estrepitosas canciones.
Adiós coro de ninfas y caricias huidizas,
adiós tropeles indemnes que fueron acuosos
recintos, adiós terremotos imposibles
en la punta álgida que esboza una mentalidad
prófuga siempre. Salpicadura inverosímil
de quietudes y armonías, adiós espasmo
cruento de la infantil cabalgata, adiós
torpedo de sensaciones enquistadas en el alma,
adiós, corporalidad cansada, adiós padres
de segundos abstinentes de memoria.