Pensar en la diacronía entre 1492 y 1810 puede llevarnos a inventar una hitología no deducible de los hechos. ¿Cómo poner en perspectiva los hechos del siglo XVII y XVIII? No puede ser segura la identificación de los acontecimientos en este periodo cuando nos encontramos con vacíos propios de información. La datística de 1789 de la revolución francesa, antecedida por la expulsión jesuita de 1767, no es suficiente para mostrar los rasgos del periodo. El siglo XVI es complicado en muchas maneras, no sólo respecto a la caída de Tenochtitlanes en 1521, sino sobre todo respecto a la expansión hispánica sobre la parte septentrional mesoamericana. Pero también el siglo XVII nos impone una cronología que no se salva de los aportes de Carlos de Sigüenza y Góngora y Sor Juana De la Cruz en México. La evidente falta de comprensión del periodo enunciado no estima algo más que la crisis de la plata y del erario español, pero eso sí, la suficiencia de la explotación minera de Potosí en el sur y otros datos ahora no compaginados. El siglo XVIII es menos problemático por ser el tiempo de estudio cuando hubo presencia de proclamas y discusiones sobre la casa Habsburgo en México y cuando se defendió la causa habsburguíca. Sin duda el arribo de los borbotones marca el hito de la centuria, que en la primera mitad del siglo da píe a ciertas reformas y cierto impulso económico, intensinficado en la segunda mitad.
Por si esto no fuera concluyente podemos decir que en 1812 con la Constitución de Cádiz se ensambla un mundo hispánico nuevo que va a desmoronarse muy pronto, pero que representa un intento por aglutinar una definición de España, bicontinental, mucho más amplia que la sola península. En ese sentido se pueden intrincar las fechas, los datos, los hechos, pero al final todo fue una derrota para la monarquía. Todo terminó en la pugna independentista que dejo a cuenta de los saldos diplomáticos y militares un conjunto de naciones que no bien tuvieron a su favor nada excepto el ímpetu por crear nuevos modelos. Lo cual no fue cierto ni verificado sino que por el contrario se enfrentaron a grandes problemas en lo político, lo cultural, lo económico, lo social, lo educativo, porque al final no había las condiciones para la independencia, no era suficiente el empuje criollo, algo faltaba.
