Una despedida suelta
enarbola la memoria
dentro de tiempos sólidos.
La rémora del silencio
oculta sus sienes en el río
de imágenes torpes y famélicas.
En el derrotar las voces
del mañana la vida fluye
contra el espejismo
fraudulento de las cicatrices:
¿qué es sino vida la lucha
adormecida en los tranquilos
estanques del desconsuelo?
Lánguida la bocanada cierra
los espasmos derretidos en sombras
porque en sus índices
de nombres grises y torpes
la voz indemniza los estragos
de las estrellas. Contra sentido
la insigne marcha
a una poltrona resquebrajada
como llanto de niño
pero en un punto que es
océano de esperanzas quebradizas.
