La sorpresa demarca
soplos reverberantes
antídotos de viajes y saltos.
Contra sentido la fuga
dentro del ruido escueto
y la palabra enquistada
como señal racional,
efecto y causa de axiomas
insertos en el quiebre
de los océanos de la imaginación.
Lúcida máquina de silencios
antifaz de locuras y delirios
la cúspide encendida
de los tiempos y los astros
en la encrucijada
de cada fulgor, de cada remanso,
de cada insigne volar
hacia las tormentas
simbólicas derribadas
por los territorios totales
que son la luz en lucha
con el ignorar los oscuros
emblemas de lo imposible.
Pasajes indómitos del asombro
conquistan aquellas trampas
dentro del aire y los papeles
donde las voces son imágenes
y los acueductos del verbo
consagran sus caudales
al acto del saber. Conocimiento
fluctuante y acumulado
en la cintura misma del reverberar
entre nombres y pasados
como espejismos firmes y materiales
injertos dentro de siluetas desconocidas.
Mutismo de lecturas y autores,
nombres propios remotos, ajenos,
lejanos, de tiempos no cultivados
y asombrosos, en el eco mismo
de cada conquista en la cual yace
el espíritu común a aquello
construido con el designio
de los saberes históricos.
