De todos los tiempos la faz del desierto
vitalidades en sombras inexistentes
cultivo de guacamayas, conchas costeñas
del pacífico oaxaqueño. Contacto milenario
ciudad de ancestros de tierra y terracota
como ninguna antes vista desde mi infancia
marca de huellas previas a toda grandeza
oculta en manantiales y oasis. Puñado
encabalgado con los misterios de la historia
mitad de rugido ardiente y cultivo de maíz
símbolo propio de cada ensueño civilizatorio
Paquime, emblema mismo y contorsión
biográfica, magna señal del asombro
emblema propio del saber y la cultura
entre la escasez y los años, vestigio fértil.
Puertos como I y montículos de la serpiente
lugares de mitos y leyendas, asombro propio
dentro de la idea misma de una urbe
inmensa en condiciones tan adversas.
Paquime de mi desierto, imagen e identidad
propia de mi terruño y mi aridoamérica,
personificas mi sedentarismo y nomadismo,
mi nucleo mismo entre la búsqueda del agua
y su huidiza presencia, en estas tierras
donde tarántulas y cascabeles, viudas negras
y escorpiones, coexisten con liebres, ratoneros
comadrejas y ratones. Desierto de mis ayeres
Paquime de mis amores, ciudad de arcilla y desierto
te llevo dentro de mi, la imágenes de flores,
de conchas y cascabeles, de sonajas y veranos,
de tiempos entrelazados con el espejo abierto el silencio
roto por el rayo y la tormenta, por el florecer que amanece
entre soles y otoños, entre gente y cacería,
entre maíz, calabaza, chile y frijol.
Micro poemas Romulaizer Pardo, versando ciudades romulaizerianas
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