Un bebistrajo de menta detonó la fiereza en la pupila en trance a un delirio psicotizante dentro de un micro ciclo mutante. Emblemática ostentadora de la bebida, morena porno, raver Queen de semblanza al estilo de Adriana Lima, Sofia Lauren o modelo rusa. Terror de Lilit y remembranza del mito de Eva sonsacando a Adán. Poder de sus muslos en la mezclilla, poder de su falda morada sobre sus jeans, poder de las luces multicolores en la oscuridad, poder de una analepsis a Chihuahua y a la infancia, poder de sus ojos cargados de gatuno poder, poder de su baile y sus acrobacias de fuego, poder de la psicotización en proceso, poder del poder de la juventud por quebrantarse, desvencijarse, romperse. Poder de los poderes de una muchedumbre en corpúsculos, poder de un traumático evento que se convierte en eternidad, poder del dolor de la muerte y la ausencia, poder del peyoteri, poder de los no chamanes, poder del abuso, poder del amanecer y de todo ser oscuro a mitad de la acrobacia, poder del dique, Mircea Eliade y sus Técnicas arcaicas del éxtasis, poder de todo los diques racionales rotos, resquebrajamiento de un tiempo y espacio, rotura del ser, del verbo, pecado original, ontogénisis y retrotraimiento hasta 1702, infinitud de saturación demencial de cuerpos jóvenes. Tremebunda metralleta de dolor instantáneo. Morena porno, nunca antes jamás imaginada, nunca alcanzada, irreal, ficticia, sí, ficción, idealización, impulso de muerte, terror, pánico, miedo. Morena porno, destructividad y acecho de acero en mis imaginarios femeninos, como una pequeño Sofia Lauren mexicana, una pequeña Adriana Lima cotidiana, un pequeño ángel destruyéndome, volviéndome un simple mortal, convirtiéndome en nadie, en nada, derrotando al jovenzuelo, el cinta negra, el músico, el estudiante de antropología, al poeta, al viajero, al lector, a ese que era en medio de los dolores, de las depresiones, de las búsquedas y las pérdidas, en medio de una falsa psicodelia. Morena porno inigualable, alucinación o realidad de mi mente desquiciada, niña crecida de mi infancia en Chihuahua o no, recuerdo o no, mito carnal de mi madre ausente y muerte, necropatía personal, reencarnación y reencuentro con mis más profundos fantasmas o no, mitofágica esencia de mis voraces destrucciones por el horizonte. ¿Fuiste después tú en 2010? No lo sé. Todo este tiempo ha sido inútil un diálogo de sordos, como saber que Jerónimo Pardo fue parte de la Real Academia Española, como saber que el abuelo de los Couto Ybea era Pardo, como entender mi sangre Pardo, gallega, el más idiota del rave de 2002, sí, el idiota que te vió abrazarte con otro, que gritó por la ventana cuando canonizaron a Juan Diego, que escandalizó y vandalizó en Japón, que nunca pudo tener un beso tuyo, que nunca te dirigió la palabra, que fue tu víctima silenciosa sin que lo supieras. Todo eso, morena porno, incluso si fuiste tu en 2010, yo tan torpe como siempre, como siempre, como siempre, contra todo, contra los DJs extranjeros abusando de las mujeres nacionales, contra los nacionales violentando a los mismos nacionales, encontrando pocos motivos para permanecer en esa muchedumbre. Arrepentido, mitad verdaderamente, mitad falsamente, desde ese momento, de no preguntar tu nombre, de ser tan recatado, de no irrumpir, de no faltarte al respeto, de imaginar tus pantorrillas a través de tus jeans, de imaginar tus senos, de imaginar tus labios, de imaginar tu aliento, de imaginar tu latir, de imaginar soñar a tu lado. Pamplinas, inocentes pamplinas, falsas expectativas, faltas de sentido de realidad, faltas de otra cosa distinta a la psicotización que me esperaba, una década pérdida, años y años perdidos, todo eso y no entender que mi idea sobre ti está equivocada, no ere morena porno, no eres la de ese día, no eres la de 2010, no eres tú, no eres quien imagino, no. Equivocado viviré, moriré, transcurriré todo este paisaje vital, todo este recorrido, sin explicación comprensible, sin entendimiento claro, sin comprensión cabal. Hay cosas, hechos, circunstancias, que sólo Dios puede dotar de significado, incluso algo como esto, aunque me declare ateo o agnóstico, aunque no tenga credo, aunque sea anticlerical. En fin, al final toda la espiral del sueño de mi genealogía ha ido desarrollándose, para mal, para bien. Al final el sueño es real, la pesadilla, esa, de los ancestros, del judicial que te secuestraba, que te retiraba de mí, todo es real, esa pesadilla, esa angustia, todo se volvió realidad.
