En la silueta del recuerdo
desvencijo la cobardía
de gritar por las ventanas
sabiendo que nadie me escucharía.
Tal cuel fue desde esa mañana
todo signo de mi existir
vuelto pesadilla y sombra.
Trastoqué como pude
lo que me hacía trastornar
el mundo y sus formas
sabiendo que nada cambiaría
con la furia naciente en mi voz.
Escondía en mis adentros todo los terrores de mi violencia
y los infames símbolos
de imágenes y sueños donde mujeres
eran violadas y asesinadas, comopensé lo sería ella,
como soñé lo pudo ser, ejecutada en el trance
de irakies y yankis en la guerra de los tapetes.
Todo eso me alejó
radicalmente del mundo.
Desde entonces soy un ente
en cuatro paredes,
tecleando frente a un monitor,
sin sentido de qué ocurre.
Y al final de los días
lo supe todo el tiempo
sería inútil mi intento
como lo fue, llevaría a algo imposible
e infértil, como llevó
a un década extraviada de malos
versos, libretas y excesos.
Pero en la recta final de otra década
más a la raya de las pocas que me quedan
no me arrepiento de bailar.
—¿Qué hace?— Se preguntaban varios
aquella mañana. Invocaba al agua, al aire
al fuego y al rugir de la tierra con mi danza,
al poder del trueno y las genealogías,
a la fuerza de los espíritus y los ancestros.
Y en la evocación ya impura,
contaminada de eventos, hechos, vivencias
mi baile también fue reencarnación de siglos
y vidas de trescientos años,
viaje y axioma de otros hombres y mujeres.
Y al final no me arrepiento de la década oscura,
de mi automatismo,
no me arrepiento de las causasy las consecuencias.
Al final, en mi fin de década,
me ubico en otro horizonte,
con otras pistas
en otras huellas y sentidos,
anclado en lo incierto de ese giro,
de ese hecho, de esa lúgubre danza,
de ese lúgubre momento,
de ese arrinconamiento,
que desde entoncesme define,
por sobre todo,
por sobre cualquier cosa
como un derrotado, un hombre derrotado.
No en vano luché esos meses, entre abril y julio,
pero fue en vano, todo.
No en vano después
me dejé llevar por el sin sentido.
Eso que me enquistó el alma,
de todas mis vidas
pasadas y futuras,
de mis ancestrales raices
de contradicciones parentales de
apaches y españoles
gallegos y judíos, fue al final la heterodoxia
fatal de de azarosos finiquitos que nunca se resolverán.
