Vandalizando en Tokio y fugitivo de las disciplinas antropológicas, traumado, teniendo sueños imposibles. Una vida de mitades desquicia mi presente. Atisbo de lo que no fue, de lo ignorado que fui, de lo estéril y ahogado que fue mi sentimiento. El desahogo de gritos y escándalos. Mundiales de futbol y cosas así, sin importancia. Furia, rabia, dolor, tristeza, adicción. No he despertado todavía. Puedo enhebrar las pistas de lo ya trascendido, su voz, su cuerpo juvenil, su té de menta, su baile, su fuego. Pero no puedo olvidar. Desde entonces el dique de mi razón se rompió, bonita forma de perder la inocencia. Despertar será morir, solo eso. Fueron muchos desvelos y muchos tibios aromas de hot cakes los que me derritieron profundo. Tecnocumbia de un instante, queriendo bailar y bailar con otra. Poca cosa. Nada, desfiguro de identidad, pérdida de sentido, miedo, terror yanki islámico, paranoia, angustia, crisis. Todo es una desvencijada manera de no tener un lugar un el mundo. Por estas fechas será su cumpleaños, su hijo debe cumplir 15, hace unos meses estuve en su ciudad natal, pero nunca la volví a ver, no lo toqué, no la conquisté, no la besé, no la busqué. Imagen de Batistuta, Batigol, tirando un tiro libre en frente de una barrera de mujeres porno encueradas. Vaya, no sabía que la memoria pudiera ser tan precisa, tan innecesaria.

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Todo fue un arrepentimiento tras otro, un desencuentro tras otro, un malentendido tras otro. Perdí, pierdo desde entonces. Ella abrazaba a alguien, yo quería ser abrazado. Cuento de pocos años, la mitad de mi existencia. El camino amarillo, el mago de Oz, la ruta del cigarrillo, amarillos mis dientes, negros mis pulmones. Más negro que los más negros tiempos de esclavitud negra. Pesadilla de 20 años, dos décadas de pesadilla. Absurdo todo, para qué, por qué, sin fin, sin objeto, desobjetivación, desubjetivación. Pérdida de años, tiempo, amistades, vamos, un big bang, un caos, el silencio mismo de no llegar a ser alguien en el mundo. Culpa, soledad, depresión, tristeza, rencor, odio, gérmenes de todas las reprimendas. Mi madre, atea, recomendándome me dirigiera a Diosito para pedirle ayuda. Poco tiempo después su muerte. La última navidad con ella, una pena. El cambio paradigmático, m por d, como Daniela la hermana de Karla con quien me besaba en la boca a los 8 años o por ahí, ella, que me traumó con los dies mandamientos. Poca cosa, besarnos, tocarnos, 8 años, tal vez 7, no sé. En fin, la tragedia del paradigma, la m por la d, y otra forma de nombre, coincidencias, estudios, vida, estercolero de 20 años, todo inútil, innecesario. No vayas al rave, decía mi hermano, sí fui, no volví a ser el mismo. Recuerdos de la infancia, de Chihuahua, la niña bonita, de ojos bonitos, morenita, ¿ella era ella o era otra o era quien fue? Nunca lo sabré, como la seleccionada estatal de Colima en el nacional de Tae Kwon Do en 1997. Puros recuerdos, puro dolor, puro nadie, puro nada. Libros, ideas, pensamientos, todo en vano. Ella no fue ella, yo no fui yo, todo destructivo, carente, insomne, demente. Sí, enemigo público, actos de guerra, dolor, tristeza, rabia, rencor, sí, no era ella, no fue ella, era alguien más, la confundí también con la chica del micro en Iztapalapa, guapa, de ojos grandes, grandes pechos, la confundí, todo en vano. Como Alison en el Black Cat en Xalapa, ese table dance, narcotizante, sexualizante, sí, siempre un fondo que no llega. Por si no fuera suficiente, vivir, siempre bajo el sino de ser privilegiado. Privilegio incomprendido. Estoy vivo, echado atrás como el plop de Condorito. Me doblo, me rindo, me despojo. Otro día, mañana, grisura como la canción y el disco de Andrés Cépada, siempre he llegado tarde, siempre he estado en el lugar equivocado, con las personas equivocadas, siempre ahí, ajeno, distante, ido, incomprensivo. Nadie me llega dijo una vez mi hermana menor menor, no, yo no le llego a nadie, a nada. Escombro de juventud, escombro de años, de despilfarros. Eso, dilapidé mi juventud, todo en vano, todo innecesario, todo al abismo. Hoy no estoy para tirarme a él. Lamentos de 20 años, arrepentimientos falsos de 20 años, malas decisiones de 20 años. Torbellino de memorias, juego y juguete de falto racionamiento. Aquí estoy, sí, un día más. Adios tremenda añoranza de que todo hubiera sido diferente. La pesadilla no acabará mañana.

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