Comencé a escuchar a Fito Páez por su disco Giros gracias al historiador argentina Pablo Montero. Con el tiempo adquirí algunos discos compactos. Mi complejo de inferioridad no me permitía tener un reproductor y entonces no escuchaba mis discos. Al final de vez en cuando grabada sus canciones en cassettes y ahí podía escucharlos. El disco que ahora se conmemora de Fito Páez, El amor después del amor fue muy importante para mí en la adolescencia y en mi primera juventud, aunque signado desde ese tiempo por mis carentes decisiones de una perspectiva de futuro. Nunca he entendido cómo vivir, lo voy haciendo arrinconado en ese pesimismo que tengo desde mis primeros días, esa idea de la muerte y el fin, ese sentimiento de inferioridad, de ser criticado y no ser tomado en cuenta. Del disco de Fito fue lo que escuchaba con mi amigo Ángel cuando probé la primera vez un cigarro de marihuana, allá por 1997 o 1998. El disco me atrapó y me maravillo. Esa idea que tenía entonces de ser escritor se veía nutrida por mis nulos acercamientos a la literatura. En cambio, escuché devorando a las bandas argentinas de los setentas, ochentas y noventas. Quizá el ciclo se cerró con Bocanada de Cerati. Pero cuando murió mi madre mi carnal Emiliano y yo entonamos pieza por pieza El amor después del amor.
En aquellos ayeres escribí mis primeros trabajos como tesinas sobre Tae Kwon Do hasta mi poco encumbrante ensayo sobre la educación nacional que fue finalista en el CIDE en el año 2000.
Mi omisa historia como escucha de Fito Páez duró hasta más o menos 2004 con su disco Naturaleza Sangre y mi intención fue hasta entonces tener la discografía completa. Como parte de esa actitud mía de renuncia a mis gustos, de autonegación, regalé varios de esos discos. A la que fuera mi compañera en letras españolas Yanitza Buendía, le obsequié Circo Beat, a la amiga de la familia Clauda Chang le regalé Abre, al propio amigo Ángel le ofrecí Rey Sol, el último amigo a quien regalé un disco de Fito Páez fue mi hermano de la vida Gerónimo a quien le di Giros. Al final me quedé con uno que otro disco de este que fue mi autor preferido hasta mis años críticos. De Yanitza perdí la amistad. De Claudia y Ángel no, pero son amigos distantes. Mi hermano-primo-amigo Gerónimo paga una condena penitenciaria que ahora no viene al caso detallar. Pero en sí volver al Amor después del amor con estos 20 años de un falso arrepentimiento y una inmensa culpa hacen que ahora escucharlo se traduzca en algo más que auto-observar mi juventud temprana. Hoy que ya tengo achaques en la espalda, que voy tornándome encanecido, que después de muchos intentos parece que por fin voy a terminar un doctorado y gracias a haber hecho una investigación propia. Hoy que se cumplen 30 años de este disco de Fito, inmenso, portentoso, de un tiempo ya fuera de alcance. Hoy que ya estamos en otra época, que ya otros han vivido, querido, amado, dedicado, escuchado las piezas de este volumen, puedo decir que fui seguidor de Fito Páez, que eso también murió en mí.
