A fines de mayo de este año se presentó la convocatoria de postulación para dos plazas de profesor investigador en el centro INAH Chihuahua. En ese momento me encontraba realizando unos trabajos que por mi falta de calma y precipitación no salieron como esperaba. Entre tanto fui viendo y preguntando requisitos para postularme en Chihuahua, siempre que en el último semestre de este 2022 estaré defendiendo mi tesis de doctorado y quedaré, irremediablemente, sin ingresos. Por consiguiente, me dediqué a ver más detalles de mi tesis de doctorado mientras iba viendo las posibilidades de postularme en Chihuahua.
Debía hacer llegar mi curriculum y mi proyecto en 6 copias cada uno, junto a la documentación probatoria de mi CV. Fue entonces que comenzaron mis dudas, mis inseguridades y mis temores. Sin haber concluido mis trabajos pendientes, entre inseguridades por los temas y buscando documentarme, comencé mi calvario del mes de junio. El trabajo pendiente lo entregué con faltas y errores, que al parecer no fue tan grave, pero no indiqué que había hecho una primera revisión y que mandaba el documento corregido para conocer la opinión del cliente. Al final, tuvo que hacerse una corrección de la corrección, y me ofrecí a devolver una parte del pago por el trabajo, pero quedó en un luego lo checamos. Terminé sintiéndome muy mal por mi falta de profesionalismo y precipitación, por no aclarar la situación.
Luego envié mi borrador de tesis a mi director sin mucha respuestas de su parte. Pero bueno, al final pude verlo y me dio luz verde para enviarlo a los otros lectores, retirando algunas imágenes y reduciendo el volumen del trabajo. Así lo hice y ahora mandé el borrador para revisión. Entre tanto fui haciendo mi expediente del curriculum y el proyecto. Fue realmente difícil para mi trabajar en esta postulación. Primero por mi inexperiencia, segundo por tratarse de una vuelta al sitio de origen de mi madre, tercero por mi perfil académico, no tan antropológico ni etnohistórico sino más estudioso de la tradición occidental. Pero es el llamado de la matria, la raíz materna, la vuelta al origen, la que está de por medio. Reflexioné que hace más o menos 31 años salí de Chihuahua rumbo a Xalapa, esa ciudad que me significa un conflicto emocional, donde murió mi madre. Y este llamado de la matria es igualmente el llamado posible de insertarme en su institución profesional, el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
En este junio entonces todo iba y venía del péndula entre postularme y no hacerlo. Problemas para hacer el proyecto, dificultades emocionales, conflictos y temas monetarios salieron a relucir. Al final logré por un pariente amigo presentar mis papeles en el plazo indicado, aunque olvidé incluir mis trabajos de tesis (licenciatura y maestría), que al final era lo más importante de mi producción académica. Pero bueno, así se vive y se aprende a postularse, a involucrarse en procesos de selección de personal académico. Todo ha sido este recuerdo de la madre ausente, sí, pero también mezclado con un anhelo por volver a habitar Chihuahua. Junto a mi búsqueda de documentación de mi curriculum fui documentándome para construir el proyecto. Por suerte se mandó todo, llegó a tiempo. Ya no depende de mí. Mis errores y equívocos, movidos mucho por mis sentimientos y dudas, me hicieron perder valioso tiempo y concentración. Pero la matria me llama, tal vez para volver, tal vez no. Eso está por verse.
