Dicen que hace 500 años
conquistaron unos hombres
estos territorios. Otros después
conquistaron más y más.
La conquista no terminó.
La esclavitud tampoco ha terminado.
Hace 20 años fui colonizado
remotamente por la TV.
Destruído, desquiciado,
interioricé la crisis
y los valores capitalistas.
Fui despojado sin ser tocado
sometido sin ser tocado
arrinconado como un simple provocador.
Dejé de luchar y me rendí.
Nada cambiará al ser humano,
nadie puede deshacer
el nudo de las tradiciones opresoras.
El porno colonizó mi sexo
las drogas colonizaron mi mente
los videojuegos destruyeron mi psique.
Ya desde temprano el olvido
me volvió un ente raquítico y enfermo.
Un pantano de lo que no se quiere vivir
define mi existencia, entre una cómoda
apolítica posmoderna
un academicismo ramplón e innecesario
y una pútrida tibieza pequeño burguesa.
Una vida por mitades
descubierta y explícita
por su anticlericalismo
su ainstitucionalidad
su rebeldía a lo rebelde.
Un simple sumiso abyecto
seguidor de autoridades.
que nunca se confesará con un padre.
Trauma de Dios y de la Iglesia
innecesario conflicto
de una mujer y un hombre
que nunca debieron amarse.
Instinto de vomitar
al mundo mis correrías
confesarme como lo hicieron
Rousseau y Feijoo.
Este envoltorio de máscaras
inservibles
esta mentira de ser un yo
imposible
este no ser parte del mundo
ni de su flora y su fauna.
Imbecilidad este torrente
fluir de miserias, moronas
de vivencias, ausencias.
Siempre que se abre una puerta
se cierra la vista
como retoño de gardenia
al sol abierto
para marchitarse
en el reseco instante
llamado insignificancia.
Destruí y dañé niñas, mujeres,
niños, hombres, fui un simple robot
idiotizado que se desdijo
con la prueba firma
de lo blandengue.
Otros desde entonces
mantienen su luz y esperanza
yo siempre en el rincón
desde esta torre de marfil
me someto a su yugo.
Ser este intento de suicidio
este pedazo trunco
de vida, esta pocilga
de personas idas
esto que se acaba
para no volver ni trascender,
para ser abandono siempre.
Objeto y sujeto
tirano, envidioso, mentiroso
embustero, traidor, maléfico
un ser no salvado
una salvación no sucedida
un abismo a lo negro más negro
que el negro en tiempos de esclavitud.
Cantaron antes “los asesinos son los demás”
pero yo aquí me asesino
efectivamente ante el mundo
sin sacrificar mis comodidades
sin alterar la paz
sin clemencia
como emperador romano
en el circo. Soy así
este trozo de silencio
que busca enruidecer
con su voz las palmas
de los impostergables
atajos al desconsuelo.
Una ráfaga de personajes
un colonizado más,
un simple pecador,
un hombre de poca fe,
un mal amigo y mal hermano,
un mal hijo y mal padre,
un mal escucha y mal orador,
un mal arrepentido
un agujero negro en la cultura
asombrosa de la ningunidad.
Y esta falsa lírica
escucha mis adentros
como cambio de fetiche
porque al final
los triunfadores,
ustedes, me derrotaron.
Y si en la especial
comisura de mis rencores
fabrico mustias alegorías
ustedes victoriosos
sigan adelante.
Yo no lograré sembrar
algo más que este páramo
de necedad y fastidio
como ese cráter de volcán
que consume la luz del tiempo
adentro de mí. Carbonizada
la cruenta campaña
de amores imposibles,
decepciones y fugacidades
me ubica la estructura de la soledad
ese terror de no ser nadie
para nadie no ser nada para algo
ese no ser en el mundo
salvo un residuo de los tiempos,
de los hombres y de los amores.
Todo tacto venidero
yace en esta poltrona inservible
cualquier mano amiga
es teñida de acoso
cualquier salto al mundo
es la señal de todos los equívocos
en esta oda al desconsuelo.
Atisbo de tonterías y falta de valores
este ser heredó de ustedes
la inmejorable fórmula de anularse.