Cuando nos relacionamos con el mundo a partir de un trauma no es posible otro camino más que tenerlo presente. Esta relación hacia afuera desde lo traumático puede muy bien representar un proceso de curación o un proceso de estancamiento. Dependerá mucho de cómo trabajamos o elaboremos la dimensión traumática para saber si nuestro vínculo exterior es curativo o patológico. Muchas veces podemos relacionarnos hacia afuera desde nuestro traumatismo, pero eso no necesariamente implica una consciencia de este hecho o situación. Nos encontramos en la dicotomía entre una traumatización psicológica que deriva en impulsos concretos y las formas de ocultar o evadir lo sucesivo de esta traumatización.

El trauma representa un obstáculo o una oportunidad, un camino por recorrer que nos relaciona hacia afuera y hacia dentro. Pero necesitamos un guía, a otro que nos oriente para mostrar las veredas y los accidentes que ese trauma nos produce. La acción terapéutica entonces es con el fin de que nuestro relacionarnos con el trauma no represente un obstáculo definitivo para nuestro crecimiento. Por el contrario, se trata de encaminar el evento traumático para darle una dimensión menos dañina y más productiva. En ese sentido, la vivencia del trauma es inevitable, pero las formas de asumirlo, afrontarlo, sanarlo y trascenderlo son opcionales.

Photo by Sindre Stru00f8m on Pexels.com