Canto y llanto, vida y dolor, vueltas y bases. Todo movimiento nos diste, más a unos, menos a otros. Invitabas a pensar, crítica, fluida, atinada. De entre polos no es posible distinguir en mi torpeza algo distinto, calidez, bondad, abrigo, ternura, comprensión, respeto, vitalidad, energía, entrega, pasión, dulzura. No es que cuente infinitos recuerdos a tu lado, pero sí quizá el poemario de don Aureliano, tu padre, en la biblioteca materna, como siempre mi fisgonear vacío, fantástico, especulativo de otros tiempos, otras vidas, otras formas y otros espacios, aunque no sea yo más que un ranchero mal hablado. Eso sí, siento decir, a mí me dejas un optimismo y fuerza sin igual. Pero tampoco, si no fuera suficiente mi apelativo previo, mi exageración no es reducida. Aún así contigo fui lento, torpe, inmaduro y terco. Pero aquí, en cambio, al final quedan más que las historias personales o los relatos vivenciales. Queda eso sí, para mí y en otra historia, tu fuerza y poder femeninos, tu lucha y tenacidad femeninas, tu vocación y tu trabajo intelectual, magisterial, cultural, institucional, tu ser mujer, antes que nada, madre, después, maestra, después amiga.
Nos quedamos aquí siempre agradecidos con todo lo que nos llenaste, todo lo que nos diste, todo lo que nos enseñaste, los caminos andados, mostrados, recorridos, señalados, rutas y procesos, tiempos, libros, lecturas, comentarios, consejos, todo ese dharma compartido contigo, el dharma que fuimos en unión con tu ser. Si bien mis mezclas culturales no son del todo propicias, aquí te dejo estos pensamientos y deseos, estas palabritas, oraciones, versiones, propias en honor de lo que nos dejas.
El Tao que se nombra no es el Tao
Tocó el zenit la
más alta oscuridad
para darte libertad.
Hoy ya eres una estrella.
Luz nos das, darás.
Vuelves al todo cósmico
y te dan la bienvenida.
Rómulo Pardo Urías
Xalapa, Veracruz a 13 de marzo de 2023
